Hola,
Te escribo esto tras un fin de semana que sabe a victoria aplastante, y te lo voy a escribir sin pensar demasiado en lo que digo, porque si algo me ha demostrado el último mes es que las palabras se las lleva el viento. Y de donde yo vengo, siempre hace. Si pudiera hacer durar esta victoria más de una noche, si mis manos no temblaran como lo hacen, o mis músculos no se engarrotaran de la manera en la que llegan a hacerlo, lo haría sin dudarlo. Porque como ya te he dicho en más de una ocasión, necesitamos victorias.
Te contaría qué ha pasado para que haya sido tan aplastante, pero prefiero contarte su significado: me he vaciado. He dejado ahí fuera, en el aire, todo lo que me estaba atormentando, todo lo que me quita el sueño, todas esas voces internas a las que no quiero darles más voz, todas las decisiones que he tenido que tomar por acciones ajenas, todas las consecuencias que han venido, vienen, y vendrán por las acciones propias. Y en ese vacío, en ese campo llano, ahora siento que puedo volver a construir. También colocar todo eso en el sitio que le corresponde. Las ruinas de edificios ahora deshabitados quedan lejos, el suelo ya no es un desierto, se escucha el mar de fondo, y aunque aún no hay paz, aunque aún la ansiedad vuelve y golpea y las voces siguen y siguen y siguen su cantinela habitual, todo parece algo más ligero. Y esta vez, con las apariencias me vale.
Y por todo esto, esta canción. Arde Bogotá es un grupo que descubrí hace más de un año. Recuerdo estar conduciendo por las carreteras de Tenerife con Antiaéreo y Cariño en bucle. De hecho, ya compartí contigo Antiaéreo hace unas cartas. Los he podido ver en directo este verano, y la energía que desprenden, la verdad que escucho en sus letras, lo que significan y significarán algunas de sus canciones para mí, no tiene parangón. De esta canción en concreto, porque podría usar otras que ahora mismo resuenan también con muchísima fuerza, me quedo con lo que significa el paso del tiempo y el cambio de actitud (te van a hacer cambiar el tiempo y la actitud). Mi yo de ahora mismo, de este instante, no tiene nada que ver con mi yo del miércoles que llegaba derrotado a sus cuatro paredes, o del que llegaba, aún más derrotado, el jueves. Tampoco con el que en 2017 inició un camino hacia un cambio de actitud en todos los frentes, o el que en 2015 se dio cuenta de una realidad incómoda que hizo tambalearse todo por aquel entonces.
También me quedo con esta frase y su tono: tanto deambular para al final volver aquí. He tenido tres veces esa sensación solo en esta semana. Una cuando, como te he dicho, llegué derrotado a mis cuatro paredes. Otra cuando, por esa derrota, tomé una decisión. Y otra cuando lo dejaba todo ahí fuera y lloraba tanto y desde tan hondo que parecía que el aire nunca iba a volver a mis pulmones.
Mi yo analítico aprendió en su momento que mismas acciones llevan a mismos resultados. Mi yo sentimental, que suele hacer que el analítico quede en un segundo plano y su voz nunca llegue a mis oídos, aprendió, sigue, y seguirá teniendo que aprender que mismas actitudes, propias y ajenas, llevan a mismos resultados. Y algunas de esas actitudes, sobre todo cuando son ajenas, no hay que dejarlas llegar tan dentro. Ni que decir tiene de las propias, que normalmente tienen que irse fuera.
Espero que tú también hayas tenido un buen fin de semana. Me encantaría que me contaras tu victoria más reciente. Me encantaría que, igual que la semana pasada con el mar (no te puedo dar las gracias lo suficiente por mandarme ese mensaje o porque me leyeras después de tanto tiempo), esto despierte algo en ti. Yo espero que, en mi caso particular, lo que haga sea lo contrario: necesito dormir.
Te dejo con una foto de ese viaje a Tenerife. Obviamente, con el, en este caso, océano. Tengo que volver, aunque ahora que soy y todo es un Big Bang (otro temazo de estos chicos de Cartagena), la fecha ya no está en el calendario.
Hoy te quiero recordar (porque me lo han recordado a su vez, aunque creo que es algo básico) que puedes marcharte cuando quieras y para ello te dejo el botón aquí debajo que, aunque ponga “suscríbete”, también sirve para dejar de hacerlo. O eso creo. Si no, puedes hacerlo desde el mail. Si te marchas, gracias por haber estado. Te deseo lo mejor en tu camino. Si te quedas, gracias por elegir hacerlo.